FOTO: El antiguo director técnico del Museo de Aviación de Cuatro Vientos Juan Manuel Riesgo, la hija del piloto Dolores Meroño y el diseñador Paco Canales
Hicimos varias preguntas a Dolores Meroño:
- ¿Conoce a muchos de los personajes del libro de su padre?
- Sí, muchos de los españoles a los que menciona mi padre, vivieron en Moscú hasta los años 80, y prácticamente les conocía de vista a todos.
- Y en Madrid ¿hay alguna asociación de los antiguos pilotos?
- Hay una asociación de antiguos pilotos republicanos, a ellos también les conozco, pero quedan ya muy pocos.
- ¿Muchos de ellos pasaron por Rusia o tuvieron monitores rusos?
- Sí, los grupos de pilotos pasaban por las escuelas de Kirovobad y Járkov. Luego volvían aquí, a España. Mi padre se apunto a una convocatoria para formar pilotos y en diciembre de 1936 partió para la URSS. Desde enero hasta abril de 1937 estudió en la escuela de vuelo en Kirovobad (Azerbaidzhan) y luego volvió a España.
- ¿Cómo fue su vida después de la guerra civil, cuando tuvo que emigrar?
- En 1939 mi padre huyó de España a través de los Pirineos y acabó en un campo de concentración. La Cruz Roja les ayudó a salir. Su grupo, de 20 personas, llegó a Rusia. Cuando empezó la Guerra Patria esperaban que los soviéticos liberaran Europa, España y que pudieran volver pronto. Pero eso no ocurrió. La guerra duró muchísimo tiempo. Ellos se integraron en el Ejercito Rojo y empezaron a luchar. Tuvieron que de alguna manera que organizar su vida. Ingresaron en el Partido, adquirieron la ciudadanía soviética. No pudieron volver a España, simplemente se vieron obligados a quedarse en la Unión Soviética. Mi padre fue condenado a la muerte en España, derribó aquí más de 20 aviones franquistas. En 1948 sucedió un caso muy desagradable, uno de los pilotos españoles secuestró un avión y voló a Turquía. Y el gobierno soviético empezó a sospechar de traición a todos los españoles. Les despidieron de todos los puestos relevantes, les echaron de la aviación. Mi padre se puso a trabajar en una fábrica. En 1957 cuando Franco declaró una amnistía, los pilotos pudieron volver a España sin ninguna consecuencias. Pero en aquel año nací yo, y mi padre no se atrevió a marcharse. En 1964 Cuba buscaba a especialistas que entendieran de aviación y supieran el idioma, y muchos españoles se fueron a trabajar allí. Entre ellos mi padre. Vivimos allí cinco años. Luego volvimos a la URSS, y en 1970 mi padre se jubiló debido a una enfermedad, influyeron, sin duda, las secuelas de la guerra porque en 1943 en el llamado “arco de Kursk” fue herido de gravedad, así que desde aquel entonces no volaba en aviones de combate sino que era monitor.
- Cuente un poco sobre su familia.
- Mi madre es rusa, tiene más de 80 años y vive en Moscú. Mi hermano me lleva 12 años, es ingeniero-economista. Me licencié en la Universidad lingüística estatal de Moscú (“Maurice Thorez”) como traductora. Hice prácticas también en Cuba. Mi marido es cubano y estudiaba en Rusia. Al principio de casarnos nos fuimos a vivir a Cuba. Ahora vivimos en Madrid pero yo visito a mi madre en muchas ocasiones, en fin, que vivo en el avión.
El diseño de los tres libros de Meroño editados en España lo ha realizado el diseñador Paco Canales. Es curioso que los principales entusiastas de los libros y los colaboradores de Dolores son las personas interesadas en la historia militar y, en particular, en la aviación. Paco por ejemplo tiene un gran conocimiento sobre aviones militares, es miembro de la Fundación Infante de Orleans (el infante Alfonso de Orleans fue uno de los primeros aviadores españoles). La fundación se dedica a reconstruir viejos aviones.
Otro amigo de Dolores es Juan Manuel Riesgo, antiguo director técnico del Museo de Aviación en Cuarto Vientos (Getafe, Madrid). Por cierto, casado con una cubana, profesora de ruso. Un nudo ruso-hispano-cubano. Juan Manuel habla con entusiasmo de que hace poco tiempo despegó, por primera vez al cielo madrileño después de la terminación de la guerra civil, el avión de caza “Polikárpov I-16” que los republicanos llamaban “mosca” y los nacionales, “rata”.
- Es un avión glorioso, ya que precisamente ese avión impidió a Franco a tomar Madrid. La historia de esa pieza es la siguiente: en Kazajistán encontraron los restos de unos 5 ó 6 aviones. Los compraron unos aficionados de Nueva Zelanda y los reconstruyeron. La Fundación Infante de Orleans compró uno de ellos y lo trajo a Madrid.
Este avión lo pintaron de colores y con los emblemas personales de José María Bravo que durante la guerra civil fue comandante de una escuadra de “moscas”.
Esta gente es aficionada a la técnica y a la historia militar. La política no les interesa. Para ellos no existen rojos ni azules ni blancos, tan solo militares. Juan Manuel sigue hablando:
- Ignacio Hidalgo de Cisneros antes de la guerra civil dirigía una escuela de pilotos de caza en Alcalá de Henares. Y a su mando estaban los futuros mejores pilotos de Franco: Joaquín García Morato y Carlos Haya. Cuando en la batalla de Teruel fue abatido Carlos Haya, Joaquín García Morato escribió a Cisneros y a Camacho Benítez, dirigentes de la aviación republicana, una carta donde pidió que el cuerpo del piloto lo devolvieran a su viuda. Y escribió así: “Me dirijo no a los antiguos amigos ni a los enemigos de hoy sino a los compañeros de armas...” Esta carta se guarda en nuestro museo... Por su parte un piloto republicano, Joaquín Calvo, cuenta que una vez se quedó en pleno combate sin municiones, pero su adversario, al darse cuenta de ello, en vez de atacarle, le saludó. Algunos indicios sugieren que era García Morato. Y Joaquín Calvo todavía está vivo. ¡Así que la historia de la aviación es muy bonita!