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Tatiana Soloviova, “embajadora” de la cultura rusa

Lun, 01/10/2007 - 00:00
Tatiana Soloviova durante la entrevista

Tatiana es la agente de teatro que ha traído a España muchísimos colectivos musicales y teatrales de Rusia. Ha realizado un sueño –complicado de realizarlo- que tienen muchos rusos residentes en España: convertirse en un puente entre los dos países. ¿Cómo lo ha conseguido?

- Tatiana ¿desde cuándo vives en España?
- En 90 vine aquí dos veces de gira y desde el 91 estoy viviendo aquí.

- De gira ¿en calidad de qué?
- Yo cantaba en el grupo folklórico de Vladímir Nazárov (cantaba y bailaba ya que todos sus artistas hacen de todo). Nazárov tiene mérito: abrió para Rusia el mercado español. Su grupo vino aquí en 1990, 91, 92, 93… En aquel tiempo la Unión Soviética estaba en descomposición, y los músicos se quedaban aquí. Medio grupo vive ahora en Madrid.

- ¿Entonces tú también decidiste quedarte en España?
- No. Nunca he querido ser una emigrante. Simplemente ocurrió que me cayó bien un español… Me trasladé aquí. Y pronto me aburrí. España es bonita, es verdad, pero y yo ¿qué hago aquí? Decidí dedicarme a lo que más entendía. Y he aquí que desde el 92 voy trayendo a grupos de teatro rusos. Naturalmente, empecé con grupos pequeños. Y me funcionó. Porque soy licenciada en historia y teoría de la música y sé de que hablo, soy capaz de convencer a los directores de teatros para que me compren un espectáculo. Y de esta manera, poco a poco, fui conociendo muchos teatros, muchos directores, sus gustos y sus posibilidades. Traer un grupo sólo para un teatro es terriblemente caro. Pero ningún teatro por su cuenta se va a componer de una “cadena” de unos veinte teatros. Para eso tiene que existir alguien como yo: que asuma el riesgo de traer un grupo y luego recoger por partes los gastos para este viaje.

- ¿En aquel momento coincidiste con una ola de interés hacia Rusia?
- Hubo interés cuando vinimos con Nazárov en 1990-91. Luego en el mercado salieron muchos grupos cutrecillos y estropearon rápidamente el mercado. En el 95 ó 96 los directores de teatros en España no aceptaban ningún espectáculo ruso (o ucraniano, moldavo…) porque no podían garantizar la calidad. Pero también los directores españoles tienen que entender: si quieren un espectáculo por cuatro duros, se lo traeremos, pero si quieren un espectáculo de calidad tienen que trabajar con los grupos que representen algo más. Yo también empecé a colaborar con grandes teatros rusos. Ahora me tienen más confianza y sin embargo siempre queda una cautela.

- Te tienen más confianza y, además, ¿ya tienes la “cadena” compuesta?
- Repetir la “cadena” es imposible, siempre tienes que volver a empezar. Ningún teatro te coge dos veces seguidas al mismo grupo. La gente como yo – agentes teatrales, productores – somos unos 500 en España. Imagínate, en una ciudad hay un teatro, y estas 500 personas llamamos al director y todos le queremos vender un espectáculo nuestro. Aparte, con España tienes otro problema: aquí se cambian mucho los directivos en los teatros, no como en Rusia donde uno se sienta en el sillón del director y ya lo es hasta la jubilación. Siempre tienes que enterarse: ¿con quién debo hablar ahora? ¿a quién tengo que intentar convencer?

- ¿Te ayuda el hecho de que el ballet ruso tiene mucho prestigio?
- Sí, el ballet ruso tiene prestigio. Pero nosotros mismos lo hemos desacreditado. Es decir que hoy no hay garantía que ni siquiera un buen grupo traiga un espectáculo de calidad. Hay muchas cosas que los rusos no tenemos en cuenta. Lo más importante es asombrar al público. Con saltos y pasos ahora no lo asombras, eso saben hacer en todo el mundo. Pero mira los decorados, aquí los hacen con movimientos, con muchos efectos, y en Rusia todavía te pueden colgar simplemente un trapo pintado. En Rusia no aprecian tanto el trabajo de los técnicos, como aquí. Claro, que en Rusia también hay colectivos muy diferentes, mira el ballet de Eifman, triunfa en todo el mundo. Porque siempre tiene nuevas ideas.

- Tal vez, cuánto más van de giras, más ideas tienen.
- Depende no de lo que viajen, sino de cuantas ideas tengan. Todavía hay teatros en los que la gente simplemente trabaja por un sueldo, hace lo mismo que se hacía en las provinciaa en la Rusia del siglo XIX.

- Ahora en España viven muchos rusos. ¿Seguro que muchos de ellos intentan hacer lo mismo que tú?
- Muchos piensan que es fácil. Y intentan hacerlo. Y luego ven que es una actividad muy complicada.

- ¿En qué consiste la principal dificultad?
- Lo más complicado es convencer a muchos directores de teatros. Puedo ofrecer un espectáculo a 200 teatros, y sólo 15 lo aceptan. Además, en Madrid me resulta muy difícil trabajar, ya que los teatros no tienen ningún apoyo por parte de la administración. Dependemos totalmente de los espectadores, de que vengan o no. Aparte del dinero, hay que poseer una cultura musical. Hay que saber qué compras. No puede ser que hoy compres plátanos, mañana zapatos y pasado mañana ballet.

- Entonces, tienes que tener mucha confianza en ti misma.
- Es intuición. Pero también ha habido desastres. Nadie puede mostrar el camino. Puedo equivocarme. A veces ha traído espectáculos a los que el público no iba. Traje un espectáculo que allí me pareció excelente, pero cuando lo vi aquí ¡tuve un ataque de stress! No sabía como mirar a los ojos de los directores.

- ¿Cómo fue posible?
- Es que el teatro trajo a España aquellos de sus actores más respetados, con mayores grados y títulos honoríficos, que rozaban ya los 50 años y apenas se doblaban. Allí vi el espectáculo con otros participantes. ¡Es que no entienden qué es el espectador y que hay que luchar por él cada día! ¡Y tenemos por delante 25 espectáculos en los mejores teatros de España! Menos mal que trajeron gente de reserva, les pedí que sacaran a los suplentes…

Tatiana Soloviova en el teatro de Gran Via en Madrid

- ¿Organizar el viaje de un centenar de personas tampoco es nada fácil?
- Me pone de los nervios el tema de los visados. Puedes tener todo ya preparado, periodistas invitados, está anunciado el estreno, ¡y no dan los visados! Me acuerdo que en marzo pasado venía el Ballet Imperial, empezamos los trámites de visados con un mes y medio de antelación. ¡Nos los concedieron el día de la salida! Son unos nervios totalmente inútiles.

- Yo pensaba que sólo nosotros, los simples mortales, tenemos estos problemas con visados, y que la gente que se dedica mucho a eso, ya tiene relaciones más humanas con los funcionarios…
- Aunque sean más humanas… debe existir alguna ley que nos garantice que no nos van a cargar todo el trabajo hecho sólo porque a algún funcionario no le apetece tratarme humanamente.

- Parece que desde este verano es más fácil obtener el visado a los representantes de la cultura.
- Eso parece. Me quedé muy asombrada cuando ahora mismo al Ballet de Moscú le hicieron visados en dos semanas y sin pedir certificados de antecedentes penales, ni nada de eso. En la gira anterior de este grupo, el año pasado, el estreno falló y se perdieron los billetes para avión que tuvimos que volver a comprar. Y sólo porque el consulado español decidió darnos visados no hoy sino mañana a las 11 de la mañana.

- También he querido preguntarte: tu marido… o igual eran varios… ¿también son del mundo teatral?
- Tengo un único marido. Me casé una única vez con, tal vez, el mejor marido del mundo. Es español. Tiene título de “master de la gestión cultural”. Pero lo conocí cuando llevaba ya cinco años vendiendo espectáculos… Y aquel que me invitó para quedarme, era una persona excelente, pero entendí que éramos demasiado diferentes y aquello no acabó en nada serio.

- ¿Es decir que os conocisteis tu marido y tú como colegas?
- Sí, le intentaba vender espectáculos. ¡Durante cuatro años intenté venderle espectáculos! ¡No me compró ninguno! Y cuando ya dejó aquel puesto donde podía comprar, nos hicimos amigos.

- Es decir, cuando las relaciones se hicieron desinteresadas…
- Nunca he recurrido a su ayuda. Él tampoco ha querido ayudarme especialmente, siempre decía que “no quiero que digan que te ayudo. Quiero que digan que tu misma eres digna a lo que haces”.

- ¿Y tu misma no has tenido necesidad de hacer también algún cursillo?
- En la Complutense hay un curso de gestión cultural. Cuando conocí a mi marido ya trabajaba para toda España, ya traía a Maya Plisétskaia. Cuando le dije que “tu tienes el master de gestión cultural, y yo también lo quiero”, se rió y dijo: “En España no hay nadie que traiga tantos espectáculos como tu. ¿Qué vas a aprender?” Este año he traído más de 260 espectáculos…

- ¿Y cuál es el mayor objetivo de esta actividad frenética tuya?
- No lo sé… Tal vez me gustaría que hablaran con respeto sobre la cultura rusa. Me cuesta mucho organizarlo todo, arrancar la máquina, empezar la gira, pero cuando estreno y oigo los aplausos, siento que he hecho algo… bueno. Me gustaría recibir un reconocimiento por parte rusa también, ni siquiera sé, por parte de quién en concreto, por ayudar al arte ruso… Tal vez, me conozcan en nuestra embajada, una vez alguien de los antiguos empleados me saludo: “¡Tatiana! ¡Nuestra embajadora de la cultura!” Pero… Todo eso es mi iniciativa privada… Aunque, lo principal no es eso. Lo principal es que siempre he amado el teatro, el ballet, y estoy en este mundo, estoy con los rusos. A los artistas les doy una posibilidad de ganar dinero, y, por otra parte, traigo a España a los grupos del nivel que aquí no hay (¿tal vez, apoyo la cultura española también?). Y eso –ser un eslabón entre dos culturas – me gusta.

Tatiana Soloviova nació en Perm (en los Urales), estudió piano en la Escuela Musical de Perm, se licenció en el Instituto Musical-Pedagógico “Gnésiny” en Moscú, en la especialidad de Teoría e Historia de la Música. A la vez se aficionó al canto folclórico ruso. Ha ejercido periodismo musical. Trabajó en el grupo folclórico (ahora teatro) de Vladímir Nazárov. Desde 1991 vive en España. Tiene dos hijos de 5 y 10 años.

Galina Lukiánina

Libros de ocasión y nuevos, con una sección de libros relacionados con Rusia y otra con libros en ruso y bilingües.
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