¿Todos sus 30.000 suscriptores eran más o menos de izquierdas?
Creo que sí. Muchos de los niños de la guerra. Seguimos teniendo el fichero de clientes de aquél entonces, les mandamos catálogos. Claro que son de izquierdas ¡no iban a ser del Opus!
Bueno... Y volviendo a la situación actual...
Ahora prácticamente las editoriales que editaban en castellano en la Unión Soviética –“Mir”, “Progreso”, “Russki yazyk”– si no han desaparecido casi no editan nada en castellano porque no tienen mercado en América. Y realmente existe bastante menos interés que antes. Antes era un país desconocido, ahora con la televisión puedes enterarte de forma directa de sus problemas. En cambio, hay cada vez más rusos, ucranianos y pueden venir aquí a comprar, tenemos que ir un día con nuestro boletín a la estación de Atocha y distribuirlo allí para que sepan que estamos aquí.
¿Y siguen exportando libros a Rusia?
Tampoco. No tienen dinero para comprar.
¿Incluso la Biblioteca de Literatura extranjera no compra nada?
No compra nada. Se gasta todo su presupuesto en libros de inglés.
Puede decir que el ruso es su especialidad?
¡No! Importamos libros de todo el mundo y exportamos a todo el mundo.
Y sin embargo, a los rusos de Madrid les parece que sí… ¿No le apetece ir a Rusia ahora, diez años después de su último viaje?
Estoy muy mayor para ir en avión. Estar en aeropuertos es incomodísimo. Cuando yo viajaba iba poca gente en avión.
¿Cómo fue su último viaje?
En mi último viaje ocurrió una cosa curiosa. Estuve en casa de un amigo que era el director de la revista “Literatura Soviética” en castellano y me fijé en una Biblia que era del milenario de la iglesia ortodoxa rusa, una Biblia muy bonita. Cuando llegué al hotel estuve pensando que esa Biblia se podía vender en España. Entonces llamé a mi amigo y le dije: necesito ver mañana al Patriarca de Moscú. Una tarde por la noche. Y mi amigo que también era el traductor de la revista de los cristianos de Moscú al castellano me consiguió a las dos de la tarde del día siguiente una entrevista con el Patriarca de Moscú, algo que era muy difícil. Le dije que quería editar la Biblia en España, yo ya sabía porqué quería hacer esto, porque entonces cientos de miles de rusos se aprovisionaban de suministros para los barcos en Canarias, donde atracaba toda la flota pesquera rusa del Atlántico sur. Efectivamente me dio el permiso, hicimos la publicación en ruso y me fui a Canarias donde la vendí a dos empresas para que la revendieran a los rusos que se aprovisionaban allí. Y los rusos a su vez se la llevaban de contrabando para venderla en Moscú, y así casi agotamos la edición. Esto es rigurosamente cierto, esa fue mi última actuación en Moscú.
Galina Lukiánina